Por Lucy Ramón.
Desde los inicios de la satanización, ¡perdón!, de la revolución, comenzó a escucharse en el discurso oficial la frase: "vamos a formar al Hombre Nuevo de la revolución". Nos hicimos la idea de que ese hombre sería un ser perfecto que, actuaría de manera concienzuda dentro de la sociedad, sería el espejo en el cual se mirarían todos los jóvenes del mundo.
Este hombre nuevo estaría por encima de todo proyecto de perfección y en su momento constituyó un reto ante Dios, quien hasta entonces y hasta hoy, no ha podido recoger cosecha como tal entre sus hijos terrenales, pues el único perfecto es El. Buenos modales, regido por el respeto a sí mismo y a los demás, íntegro, cuidadoso de las buenas costumbres, siempre listo a superarse en todos los sentidos, amante de la disciplina que conduce al éxito, en fin un ser virtuoso y único de la especie humana.
El hombre nuevo de la revolución comenzó a dar sus primeros pasos pero, en algún momento de su vida, se dio cuenta de que todas las exigencias de perfección eran sólo para él, mientras que sus gestores, se permitían los deleites de la buena vida y de privilegios que le fueran negados a los que siempre les exigían más aguante y resistencia ante las carencias de todo.
La materia prima del hombre nuevo la formó, en un principio, mi generación y luego le sucedieron las que nacieron después que, al seguirnos los pasos, se fueron percatando de que caminaban sobre un manglar movedizo. Mientras los religiosos se aferraban al Dios que les prometía vida eterna, nosotros los Conejillos del laboratorio del Hombre Nuevo, soñábamos con una Cuba paradisíaca, donde todos, sin excepción, trabajariamos para garantizarnos y garantizarles a nuestros hijos un futuro próspero y lleno de sueños cumplidos.
Resultó que el Hombre Nuevo, un buen día se percató de que ese futuro cada día se hacia más futuro hasta convertirse en inalcanzable. Mientras trabajábamos y estudiábamos y asimilabamos entontecidos la dosis del veneno, los cerebros macabros se frotaban sus manos y se preparaban, estratégicamente para nuestro despertar, tal y como espera el mentiroso por sus víctimas, una vez que éstas descubran sus mentiras. Hoy, nos persiguen, nos encarcelan, nos hostigan, nos destierran.
A nosotros nos programaron para mentir, para odiarnos, chivatearnos, para autocensurarnos e intimidarnos. A nosotros nos destruyeron nuestro Ego y nos hicieron creer que éramos libres. Diluyeron nuestras voluntades individuales en un colectivo de voluntad manipulable, donde nos confundieron el deber con la obligación, Patria con revolución y héroes con criminales. A nosotros nos envenenaron el alma.
El famoso proyecto del Hombre Nuevo dio al régimen castrista los resultados a largo plazo que esperaba y aquí está ese Hombre Nuevo, tal y como lo quería y necesitaba el tirano, sin más ni menos.
Desleal, sin amor natural, hipócrita, egoísta, traidor, ladrón, ventajista, charlatan, envidioso, desnaturalizado, sin honor, sin decoro, abusador, cobarde, vulgarote, chabacano, alardoso, charlatan, etc. Esto es el Hombre Nuevo.
Esta lacra es capaz consciente e inconscientemente de negar sus miserias y sienten que los demás están endeudados con ella. Culpan a cualquiera de sus frustraciones, menos al verdadero responsable: el mismo.
Su ego está tan enfermo que, prefiere autoengañarse con que vivían mejor en Cuba que aquí, porque "luchar" (meroliquear, jinetear, robar, etc) arroja mejores resultados que enfrentarse al régimen para que le ofrezca la oportunidad de trabajar dignamente, le respete sus derechos y lo deje ser libre.
Al Hombre Nuevo no le importan Marti, ni Maceo, ni Bahía de Cochinos, ni la Patria, ni nada. Al Hombre Nuevo le escondieron la historia y le mataron a sus héroes. Al Hombre Nuevo sólo le interesa sobrevivir y escapar porque, para él, la Libertad está lejos, cruzando el mar y hay que ir por ella. El Hombre Nuevo no acaba de entender que la Libertad está en sus propias manos.
Muchas veces siento compasión por el Hombre Nuevo pero, en ocasiones me indigna verlos alardeando y charlataneando las pacotillas que reciben de sus familiares residentes en el extrajero y cómo se las reestregan en la cara a su vecino hambriento, demostrandole su "superioridad". Me indigna saber que ese Hombre Nuevo se prostituye y prostituye a su esposa, a la que también golpea y abusa.
Ese Hombre Nuevo, cuando logra escapar, le cuesta mucho adaptarse a ser libre y muchas veces, se niega la oportunidad de convertirse en un ciudadano digno e insiste en continuar siendo un delincuente, una basura humana.
Me gustaría tanto que este mensaje llegue al Hombre Nuevo. Estoy segura de que muchos de ese Hombre Nuevo, necesitan saber que el único Hombre Nuevo, bueno y honorable es aquel que está cerca de Dios que, con nuestras imperfecciones nos enseña a crecer espiritualmente para convertirnos en mejores seres humanos.