Por Lucy Ramón.
Acidez, palpitaciones, sudoración, enrojecimiento, taquicardia, temblores, picazón, frustración, irritabilidad, rabia, desespero, etc, son parte de las cosas que experimentamos los que todos los días salimos a la calle manejando nuestros autos para trabajar cerca o lejos de la casa.
Mira que buscamos alternativas para evadir ese tranque, nos metemos por callejuelas que se convierten, muchas veces en laberintos y nos devuelven al punto anterior o nos alejan de la ruta que llevamos. Ves a todos lados y el 99.9% de los conductores están hablando o texteando por sus celulares, algunos sin piedad ninguna intentan pasarte por arriba, otros cañoneros se te cuelan delante al descaro y entonces uno le grita horrores al ventajista y se forma el desbarajuste.
Te invito a que veas a qué se dedican tus compañeros de suerte y no te espantes, sé que los has visto pero nunca comentaste al respecto. He descubierto que algunas personas se entretienen sacándose los mocus o mocos y los pegan en diferentes partes, en la puerta, en el timón, en sus ropas o los desaparecen entre los dedos. Otros tantos se quitan las lagañas que no les dio a quitarse en sus casas porque se les hacía tarde.
Posiblemente estas personas logran controlar la desesperación metiéndose los dedos en la nariz y haciendo mil muecas y jugando con sus moqueras. Si no se han dado cuenta de lo que les digo, les recomiendo que se detengan a observar estos detalles y confirmarán mis te'tricas observaciones. ¡Qué asco!
Para relajarme, escucho El Ático de Pepe Forte, es bálsamo para la frustración que experimentamos cuando quedamos atrapados en un tráfico o tránsito que no se mueve ni pa'tras, ni pa'lante. No sé qué pasará de aquí a cinco años en este Miami lleno de carros por dondequiera y lo triste, es que, a todas horas sucede lo mismo, con la diferencia que, en las "horas pico", empeora.
S.O.S. ¿Serán los helicópteros la solución?.
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