Por Lucy Ramón.
¡Una vez más la principal sotana cubana vuelve a plegarse a los pies de su dios!. Hermanos míos, bien saben cuanto respeto sus credos, aún sin practicar ninguno y saben también, cuánto les agradezco sus rezos, sus oraciones, sus decretos, sus velitas, sus energías positivas, sus santicos, etc., cuando he necesitado de ellos.
Que quede claro que no es una cuestión de si es el verdadero o si es el bárbaro del ritmo. Dios no está ni en discusión ni en oferta. Se trata de definir de una vez y por todas a qué dios ama, defiende y venera el señor Jaime Ortega, quien viste de cardenal y emana fuego por su boca.
Este h o m b r e no representa a la Iglesia a la que dice pertenecer, ni es servidor del dios al que dice obedecer, ni es en esencia cristiano sino más bien un cretino, un mentiroso y un cómplice más de dios Castro, ¡sí! Castro es el dios de todos estos fariseos hipócritas, traidores a Cuba y la libertad de los hombres.
El mundo cristiano católico no debería pedir la renuncia de este atorrante, debería expulsar a esta escoria de su rebaño que es más contundente y sabio que esperar una dimisión honorable. A él y a su guerrillero en jefe, el papa Pancho, a los dos junticos, debían sacarlos de la Iglesia para que no sigan enlodando el nombre del dios de las congregaciones católicas.
Mira que decir que en Cuba no hay prisionero políticos, si será un desvergonzado este cardenal de proceder "dudoso" y de actuación cínica y traidora.
¿Católicos, qué esperan para echar a los mercaderes del templo?, Quienes negocian con los tiranos son tan criminales como éstos.
¡Honrar a Dios por sobre todas las cosas es un mandato divino!. ¡Honren a su Dios expulsando a esas lacras que ensucian su nombre!
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