viernes, 28 de noviembre de 2014

Los niños son la esperanza del mundo



Por Lucy Ramón.


Eso lo dijo nuestro Apóstol en "La Edad de Oro", revista diseñada para todas las edades y cuyos cuatro ejemplares conforman un libro muy valioso, por su información y la forma de sensibilizar a quienes lo lean. A los niños cubanos de hoy, quizás no les motive leer uno de esos cuentos lindos, contados a la manera de Martí y se sientan, por unos minutos, envueltos por la magia de unos zapatos de una niña rica, guardados dentro de una caja de cristal o por la voz terrible de un Camarón Encantado que concede cuanto deseo le pide un pobre pescador dominado por la avaricia de su esposa.


En nuestra infancia, "La Edad de Oro" era ese mundo lleno de fantasías al que entrábamos y dl que nunca queríamos salir. Todavía hoy, convertidos en abuelos, se nos hace un nudo en la garganta cuando leemos la frase final donde Piedad le dice a su muñeca negra: "te quiero porque no te quieren".

Y les comento sobre el tema, porque mirando recientemente, un video donde entrevistan a unos niños cubanos y les preguntan qué quieren ser cuando sean grandes, vuelve el nudo a mi garganta, al escuchar sus "inocentes" respuestas. En los ojos de los niños se ven reflejadas sus ansias de volar, de salir corriendo a convertirse en adultos, no para ser como "mamá" o como "papá", papá y mamá no son importantes, papá y mamá son cubanos pero él, él quiere ser "alguien"...él quiere ser extranjero en su país, porque en su país los extranjeros son personas de valor y los cubanos, no son nadie.

Las niñas quieren ser prostitutas o gineteras; nosotras, a esa edad queríamos ser maestras, doctoras, ingenieras, no sabíamos lo que era una prostituta y lo de ginetera, se inventó después… ¡qué triste!.

Esa es la Cuba que le ha tocado vivir a nuestros nietos, donde "La Edad de Oro", es cosa de tontos, cuyos cuentos y relatos "viejos" y "aburridos", no consiguen fantasear con la perdida inocencia de niños que, convertidos en pioneros, están obligados a gritar que quieren ser como un asesino al que no conocieron.

Los niños cubanos quieren ser libres pero ellos no lo saben. Ellos creen que la libertad viaja como turista y se viste y se calza y come, cuando se prostituye. No, Martí no se equivocó. Los niños serán siempre la esperanza del mundo y esos niños que hoy quieren ser extranjeros y prostitutos, si leyeran "La Edad de Oro", entenderían qué cosa es la Libertad y se prepararían para, en un futuro luchar por ella.

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