domingo, 30 de noviembre de 2014

Mi tía y su hijo, "Parte II"



Por Lucy Ramón.


La familia de mi abuelita paterna no era tan leída ni escribida y sin embargo, las mujeres, mis tías- abuelas, primas, etc., eran sabias, tenían una intuición y una picardía increíbles, quisieran muchas doctoradas tener la inteligencia y la astucia de esas mujeres. Tuve la dicha de conversar mucho con ellas y me contaban pasajes de sus vidas con tremenda confianza. Desde muy niña, me gustaba oír conversaciones de la gente grande y me acostumbré a observar y a callar.


Nunca vi a ninguna de esas mujeronas discutir con sus esposos, tampoco vi a sus esposos gritarles, ni abusarlas, ¡cuidaito!, qué las mujeres de mi familia son mansas y buenotas pero "el macho cimarron sabe del palo que se rasca", creo que mis primos y tios (políticos) amaron con pasión a ese ejército de féminas bellas y virtuosas; digo ejército porque eran muchas, ya quedan pocas, la mayoría están con Dios, a penas me quedan, dos o tres de las más viejas que, aunque no nos veamos, sabemos el amor que nos tenemos.


Poco a poco les contaré sobre las que ya no están y las que aún viven y les adelanto que, estas últimas son muy felices con sus esposos, sus hijos y sus nietos. Pues si, esa noche de confesiones, mi tía Mercedes sabía que cualquier opinión que diera acerca del tema, cuando a su hijo se le pasara el enojo, la tomaría en negativo y luego sería procesada como la opinión "egoísta" de una madre "celosa" de su único hijo. 

Al mediodia, cuando mi primo vino a almorzar, como de costumbre, le sirvió poniendo los platos dobles, el llano grande sobre un "doble" de saquito de harina, bordado a mano por mi tía virtuosa, con una florecita y almidonado y planchado, listo para la mesa de su rey, luego otro plato más con un potajazo que revivía a un muerto. Era pobre la mesa pero estaba servida con el amor más grande del mundo. Como no hubo alusión al tema, mi tía continuó con su faena hogareña, Pepe se tiró a dormir la siesta en aquel piso brillante y frío y después de un par de reconocidos, se levantó y se fue.

-Yo sé que él anda con la cabeza hecha agua por esa mujer.
Me comentó preocupada. Quién sino ella para conocer a su hijo. Pasaron los días y para mi primo, la mente de mi tía seguía "virada"...Jajaja, mi tía tenía prendido el bombillo las veinticuatro horas. Si pasó un mes o menos no recuerdo, lo que sí me sorprendió fue la llegada de mi otra tía, (hermana de ella) que vivía en Campechuela y llegó acompañada de su ahijada, una muchacha muy linda, algo guajirita pero con clase.

Recuerdo que tenía puesto un relojito de pulsera, su anillito y su cadenita de oro. En aquel tiempo, una joven con esos detalles, se consideraba alguien que no era tan pobre. En cuanto la vi con aquel pelo debajo de la cintura y sus ojitos claros, enseguida pensé en mi primo...."en cuanto la vea, se enamora"... (siempre fui muy maliciosa). Para que vean, a mi primo le llamó la atención pero nada de "wow". Hubo presentaciones y hasta ahí. En la noche, él cogió calle y mis tías se quedaron maquinando.Yo estaba como un resorte pendiente a todos los movimientos para ver si había pensado mal.

Me hice amiguita de la ahijada desde el primer dia, a ella le gustaba que la peinara y le hiciera trenzas. Cuando se lavaba la cabeza, la ayudaba a hacerse el torniquete, muchas veces me escapaba en el receso y la maestra me regañaba porque ayudarla a ponerse los ganchillos era muy engorroso en ese pelambre largo y abundante me tomaba mucho tiempo. 

Si la ahijada iba para sala, para allá me mandaba mi tía a ver y oir las conversaciones con mi primo y me volví experta en miraditas y "flitreo". No hablaban nada importante,a penas intercambiaban algún saludo. Qué podría conversar una jovencita de unos 19 o más (de aquella época) con un hombre que le llevaba como unos veinte años, no los aparentaba pero los tenía. 

La ahijada era peor que mi tía con la limpieza y el orden, era el clon de mi tia, a la verdad. Nadie tenia que mandarla a hacer las cosas y se notaba que no lo hacía para ganarse a nadie, era su costumbre fregar en cuanto terminaban de comer, se levantaba temprano a ayudar a mi tia en todo. Hasta confieso que sentí celos de esa concomitancia de la ahijada con mi toa porque todo el tiempo estaban cuchicheando y ya mi tía no cruzaba enfrente a darme la mano cuando salía al mediodía de la escuela. Ahora mandaba a la ahijada y algunas veces venia por mi.

Continuará... 

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