Por Lucy Ramón.
Como no me gusta el abuso, no lo hice.
Como no me gusta perder el tiempo, no lo hice.
Cómo creen que les haría eso a esas mujeres, siendo yo una mujer, ¡no!, ¡nunca lo haré!, ¡ni aunque me paguen millones!.
Sería una pelea de leona a monas, y las monas amarradas. Y mira que me lo han aconsejado... pero, no, no me gusta el abuso.
Si me presento al certamen internacional de Miss Universo, en cuanto los jueces me vean, ahí mismo se acaba el evento, ninguna de esas chicas pueden ser competencia para mi.
Todos esos esqueletos andantes tienen que recogerse delante de una mujer inundada como yo.
A ver... ¿cuál de ellas puede ganarle a mi exceso de tejido adiposo, adornado por esos huequitos tan lindos, llamados cariñosamente Celulitis? ¡Ninguna!.
¿A que ninguna de ellas les duelen las rodillas ni las tienen inflamadas como las mias? Se me ven unas piernazas.
De entrada, esa corona seria mía y no es justo. Mi belleza descomunal acabaría con esas niñas.
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