Por Lucy Ramón.
A veces lo miro y me pregunto: ¿Estaré durmiendo con el enemigo?
Me despierto en las noches y ahi está él, calladito, cansado quizás. Quién sabe, lo miro con cariño, con ternura porque él es parte de mi pero cada vez que me recuerdo de las veces que me ha fallado, me da una roña y de repente se me ocurre agarrarlo dormido y … pero se me pasa.
Es muy difícil aceptar las imperfecciones ajenas, tengo que trabajar mucho en esto de las exigencias y que todo funcione al 100%. Aprender a perdonar es un proceso largo y complicado, tal vez por esta incapacidad mía es que he tenido tantos y tantos, total, al final del día, todos tienen sus defectos.
Quiero quedarme con este, hasta el fin de mis días, vamos a ver pues si me aparece otro mejor, seguro que lo cambio. ¡Nada como estrenar algo nuevo!. Lo vuelvo a mirar y esta vez lo tomo en mis manos, con la esperanza de que encienda en cuanto lo presione y que nunca más se apagará cuando más lo necesite.
Cuando nos encarinamos con un celular, nos resulta pesado cambiarlo pues, al principio pasamos mucho trabajo para entenderlo pero luego nos adaptamos a él y no queremos saber de otro por muy sofisticado que sea.
¡Epa! ¡Encendió!, creo que sus fallitos de ayer se debieron a que estuvo mucho tiempo con la batería baja.
Más le vale Mister Samsung, estuve a punto de buscarte relevo.
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