lunes, 19 de enero de 2015

¿A quiénes le duelen los cambios?



Por Lucy Ramón.


En Cuba, la gente está que no cabe de la alegría. Primero autorizaron la compra y venta de casa y autos, luego fueron los viajes y ahora, para remate, cambian a los tres terroristas por Alan Gross y el gobierno de Obama se hace amiguito de Raúl Castro y comienzan a flexibilizarse ciertas restricciones que forman parte del embargo. 

Cuando se anunció el visto bueno de la venta de autos y casas, de oreja a oreja fue la sonrisa del cubano que, por más de medio siglo, trapichaba estas ventas y anhelaba fueran legalizadas. Cuando en enero pasado le dieron la carta de libertad, en la que se les autorizaba viajar aquello fue apoteósico, todo el mundo estaba dándole gracias a dios y preparándose para pagarle sus promesas a los santos, ¡qué felicidad!. Finalmente, después de 56 años, el régimen castrista, le daba la carta de libertad a sus secuestrados esclavos. 

En un abrir y cerrar de ojos, a ese pueblo servil y sumiso se le olvidó que estuvo maniatado por un tirano que no lo dejaba tomar decisiones con sus propiedades, que no le permitía salir del país, en fin, que por más más de 56 años ese mismo tirano, que pisoteo y escupió su dignidad, ahora, cuando se le gastaron el discurso y las promesas, le devuelve, como si fuera un gesto de humanidad, esos derechos que, por cierto, son inalienables, son derechos innatos a su condición humana. 

¡Pero no importa!, el cubano de la isla salta y brinca de alegría, tal y como saltaron y brincaron y celebraron los esclavos, cuando su amo, presionado por los movimientos antiesclavistas, le dieron sus cartas de libertad; esos esclavos olvidaron sus años de sudor y látigo en los cafetales y en los ingenios, olvidaron el cepo y las mordidas de los perros cuando intentaban huir, olvidaron el quilombo y la manigua libertaria, esos esclavos olvidaron la sed, el hambre,se olvidaron la muerte, se olvidaron de ellos mismos. 

Hoy, a ese pueblo mio se le olvidaron 57 años de sometimiento al capricho de una cúpula de ladrones y asesinos que lo mantuvo aislado del mundo, separado de sus familias,que lo obligó a trabajar y lo envenenó de odios, de envidias, de resentimientos. A ese pueblo mio se le olvidaron los castigos, las cárceles, los ahogados en el estrecho de la Florida, los perseguidos, los fusilados. Mi pueblo, se olvidó de sus muertos, se olvidó de su historia.

Pero, mientras uno solo de nosotros viva, jamás quedarán en el olvido los nombres de aquellos que nunca se olvidaron de su Patria, los nombres de los que que dieron sus vidas por la libertad.  ¿Qué pueden dolerme a mi los cambios raulistas, si no vivo en Cuba?, ¿Por qué han de causarme dolor esas nuevas y coloridas medidas si, al final del día, no soy yo (como dice el Puma) la que se enfrenta todos los días al hambre, a la escases, a la que le pagan una miseria con una moneda inservible, la que con un titulo universitario, tiene que prostituirse, limpiar pisos y criar cerdos para sobrevivir?.

Canten y bailen esclavos adiestrados. Cuando pasen unos días ya veremos quienes serán los beneficiados con estos "cambios". Hasta los esclavos privilegiados del amo se la están sintiendo y siguen dando vivas y sacando banderitas gringas.

Vergüenza debe darles a todos esos que hasta hace poquito miraban al Norte brutal con odio y ahora no saben qué hacer con ese discurso. No se respetan.

No, no me duelen los contubernios entre los bandidos mayores, lo que me duele es la apatía, la sinverguenzura y el olvido. Las muchedumbres son así de brutas y sumisas y los tiranos lo saben y por eso las odian y les producen náuseas. ¡Epa! ¡A los muertos que los lloren otros!. Los esclavos felices se conforman con migajas.


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